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lunes, 12 de marzo de 2018

Gente mala

Cadena perpetua revisable, esa es la pretendida condena que se esgrime como novedosa. Dicen que está humanizada, porque intenta no ser revanchista, vengativa. Una ley humanizada para aquellos que carecen de humanidad, que no sienten nada por los seres humanos, menuda paradoja.
Dicen que la nueva ley,  con las revisiones futuras que se haga de las condenas, el condenado irá entrando poco a poco en razón, ese espacio donde la mayoria se instala, donde aunque no sea más que por el temor a las leyes, las personas se frenan, sientan o no empatía por el género humano. Y siempre se hará con vistas a  una posible rehabilitación del condenado para que se pueda proceder a su reinserción en la sociedad.
Los expertos, criminólogos, psicólogos, sociólogos, policías, carceleros y todos los que conocen el ámbito del delito, son escépticos a  la hora de apostar por la "cura" mental de los que han cometido crímenes horrendos, para cuya acción no sintieron el menos apego por sus víctimas. Cómo se puede lograr que gente que no respeta la vida de los demás, que tiene una visión distinta a la común, que antepone sus objetivos a la vida ajena, que banaliza la vida de la gente, que no siente nada por ella, cómo se pretende que cambie por el hecho de permanecer en prisión un cierto tiempo y que al cabo de él, con los efectos que hayan tenido sobre esa personalidad los tratamientos recibidos así como la meditación entre las paredes de la prisión, cómo se puede creer que se pueda producir algún cambio.....Hay que recordar la exigencia que se hace  a los asesinos de ETA, para que muestren su arrepentimiento y pidan perdón a sus víctimas, qué finalidad tiene eso? Acaso se pretende que la sociedad vea la contundencia del Estado con los asesinos, a los que trata como el cura católico a sus pecadores, "arrepiéntete, pecador y tuyo será el reino de Dios". Es todo demasiado naif, nadie se arrepiente de sus fechorías, unas veces por no dejar sus principios con el culo al aire y otras porque nadie se lo va a pedir, nadie pide a un/una psicópata que sea bueno a partir de un cierto momento para lograr su rehabilitación, libertad y, por tanto, su reinserción. Quien quiere que se reinserten asesinos como los últimamente conocidos? Quien los quiere volver a ver por la calle? Luego, para que sirve una condena que se puede revisar cada cierto tiempo para ver si en alguna ocasión se ven ya señales de cambio en la personalidad del condenado. Fijémonos en el caso de ese monstruo deleznable, al que llaman el "chicle", quien sin haber empezado todavía a cumplir su condena, ya está calculando, con la inestimable ayuda de su abogado, que en siete años, estará en la calle para lo cual sólo tiene que mostrar buena conducta ....mientras está en la cárcel.
Dicen que este tipo de condena a perpetuidad revisable, que está sometida en la actualidad a un cálido debate y que inevitable y forzosamente se tiene que ver condicionada por las últimas atrocidades que estamos viendo, es en el fondo una "cadena perpetua" pero que, el pudor y lo políticamente correcto, tratan de quitar hierro y la llaman de la otra manera, sólo para que el Estado pueda presumir que no tiene afán de revancha y que no se pone a la altura de los asesinos.
Otros dicen que seguirán cometiéndose el mismo tipo de crímenes, que el endurecimiento de las leyes no servirá nunca para disuadir de cometerlos. Pues claro que no, al Estado no le interesa que desaparezca el crimen, qué pasaría entonces disfrutando de una "paz perpetua" kantiana?  Y eso lo saben bien en USA, donde la pena de muerte no frena el crimen ni los asesinos se abstienen de serlo. Es por ello que creo que la sociedad no debe aspirar nunca con ingenuidad infantil, que leyes duras erradiquen el crimen. Por el contrario, su máxima a lograr ha de ser que el asesino desaparezca de la sociedad, que se quede en la prisión hasta su agotamiento, hasta que no pueda más. No merece volver al mundo  del que se apartó por odio, incluso es por su bien, que se le ha de apartar de esa sociedad a la que dañó y por la que no sintió una pizca de piedad, de humanidad. Nadie le va a querer nunca.




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