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jueves, 15 de marzo de 2018

Gabriel o el cuidado de los hijos

Lo del crimen de Las Hortichuelas, la pequeña localidad almeriense, ha dejado al país conmocionado, no sólo por el hecho del crimen a un niño de ocho años, sino por la perversidad y falta de humanidad, que han acompañado a la autora confesa del suceso. Que el niño comenzase la pelea con ella o no, es lo de menos. Lo de más, es haber confesado que asfixió al pequeño en un arrebato incontenible de furia. Tratar de esconder el cuerpo del chaval, entra en la lógica del criminal, sea astuto o necio, como es el caso. Lo más escalofriante para las mentes de la gente es conocer que la autora, una vez hecho lo anterior, volvió a su vida diaria, a su rutina y se unió al coro de lamentos que, empezando por los de los padres, unidos en la desgracia para esta ocasión ya que están separados, comenzaba a contagiar a los vecinos. Y los lamentos de Ana Julia, la autora, eran de los más sentidos aparentemente, teniendo además la entereza y sangre fría, de consolar al padre e irse por la noche (esto no lo he leido, pero es de suponer) a dormir con él según lo habitual. Como si nada. Eso puede estremecernos, por el contraste que ofrecen ambas actitudes en una misma persona. Pero el ser humano, no es unívoco ni rectilineo en su conducta, siempre sometida a vaivenes que, en ocasiones proceden de lo más profundo de la psique humana.

Y los padres de Gabriel, nadie ha hablado de ellos, bastante tienen con soportar el infinito dolor que han estado sintiendo durante la desaparición del niño. Unos padres, separados y con ese niño repartido entre ellos, tal como se hace ahora. El padre, viviendo con esa novia de la que debía desconocer hasta sus apellidos. Y ella, la muy afectada madre, acosada por un individuo de la zona,
que acaba siendo detenido por violar la orden de alejamiento que tenía...
Nada de esto, quizá,  aporte algo a la resolución del caso, pero indica un contexto nada envidiable para un niño que está haciéndose. Y, puesto que del contexto nada se habla, es por lo que hay que indagar en él, en el contexto, en el medio donde se movía la vida de estas personas, y así llegar al texto, es decir, al  hecho delictivo. Cual era el ambiente familiar de ese niño? :
- Unos padres separados, con una madre que estaba siendo acosada por un individuo denunciado por ella por lo que un juez le obligaba a llevar un detector de distancias, ya que tenía orden de alejamiento. El individuo había violado esa orden de alejamiento y, al principio de la desaparición del niño, figuraba entre los sospechosos.
- El padre de Gabriel unido sentimentalmente con Ana Julia, la asesina confesa, a la que no debía de conocer mínimamente.
- Una abuela octogenaria que, el día de la desaparición del pequeño, le dejó que fuese solo  a la casa de los familiares, sin apercibir la presencia de la Ana Julia.
- Ana Julia, la autora, que aparece de pronto y consigue que el niño la acompañe tras haberse separado de la abuela. 

Lo primero que uno se pregunta es, donde estaban ese día los padres? Era martes el dia del secuestro y muerte de Gabriel, día de colegio y de trabajo. El niño, por la calle, con la abuela hasta que ésta le pierde de vista camino de la otra casa a la que se dirigía. Entonces aparece ella, "la bruja" tal como la ha llamado la afligida madre, quien invita al niño a que le acompañe, desviándole de su primer destino. Y los padres, acaso estaban trabajando? Trabajaban ese día, alguno de ellos, los dos?  Nada se ha dicho sobre ello.
Desde el momento de la aparición de estos en escena, los llantos de dolor y la escenografía montada para encontrar al niño, con camisetas, carteles y fotografías, con dibujos del colegio, han sido constantes. Declaraciones a los medios, con atril y micrófono "ad hoc",  sus rostros crispados por el permanente llanto, disposición casi de protocolo, para recibir a ministro, presidenta de la Junta, mandos de la guardia civil, etc., momentos en los que esos rostros rotos por el dolor, se trocaban en sonrisa de oreja a oreja, histérica tal vez, ante las visitas de las personalidades. Algo inconcebible, me parece a mí, pasar en cuestión de segundos de una actitud a otra. Un papel el de los padres de auténticos irresponsables. Seguro que al final, la muerte del chaval servirá para la reconciliación de la pareja, al tiempo.

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