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lunes, 26 de marzo de 2018

La invención de un delito


Por fin ha caido el último de los rebeldes independentistas catalanes que, gracias a la ayuda del Eurogrupo, será traído a España para que conozca la última moda en cárceles que tenemos. Ya casi están todos enchironados, qué gran obra la del gobierno de España, sin mover un dedo, está capturando a todos los disidentes separatistas, con un juez, independiente como corresponde a un verdadero Estado de derecho, que se rige por una rigurosa división de poderes, donde ninguno de sus tres poderes comete injerencias en alguno de los otros. Por favor, no me hagan de reir.
El Código penal tipifica el delito de rebelión, con el ingrediente imprescindible del uso de violencia, sin especificar lo que entiende por violencia. Pero el juez del Supremo no necesita que el código le ayude, dado que encuentra rasgos equiparables a lo que él entiende por violento y los encuentra en los hechos de septiembre y octubre del 2017, ocurridos en la calle, que tenían por finalidad, según consta en el auto, "doblegar a la autoridad". Para este juez, no hace falta que se agreda a las personas  para que exista violencia, basta simplemente tener la intención de que la autoridad, se supone  que se refiere tanto a los Mossos de Escuadra, no pueda intervenir al verse desbordada "por tanta violencia" como al gobierno estatal. Y ello después de que se acusó a los Mossos de no haberse mostrado más contundentes con los violentos. Supongo que su señoría, más versado que yo en estas cosas, sabrá explicar. 
Lo de que el juez del Supremo se inventa un delito que no existe, a base de rellenarlo con elementos delictivos  que no se produjeron en los hechos, según consta en su auto de procesamiento, no es ninguna broma. Este juez considera como rebelión la interpretación que él hace, de unos hechos que no están tipificados como constitutivos del delito de rebelión. Es decir, este juez añade al supuesto de rebelión elementos que no ocurrieron, quizá con la intención de hacer de aquel, un delito más rico de contenidos a su favor. Incluso para darle más dramatismo al asunto. Mas eso no es prevaricar, verdad que no?

Y ahora qué va a pasar? Nuevas elecciones para julio, dicen, y de ahí, nuevo candidato a la Generalitat, al que se le note menos su  preferencia por los catalanes partidarios de la secesión. Y seguiremos con el carrusel, girando y girando la rueda de la fortuna, como la de los casinos, hasta que la bola se quede en el número del gobierno-ganador. Y si vuelven a sumar mayoría los independentistas, qué va a hacer este gobierno que no hace nada, por estar su lider congelado? Seguir aplicando el 155 tan benefactor, ya que siempre tendrá de su parte, jueces dispuestos a acusar de rebelión a todos los que no acaten su Constitución, y sin necesidad de hacer política, para qué, la política queda así reducida a aprobar presupuestos o prorrogar el existente.

De los independentistas, qué se puede decir? Nunca se han querido dar cuenta que un gobierno de España, conservador o progre, jamás de los jamases, se sentará con ellos a hablar de independencia, de ruptura de la unidad de España. Jamás. Aunque sí que lo saben, cómo no van a saber eso? Es decir que, sabían donde se metían, y aun sabiéndolo, decidieron enfrentarse al gélido Rajoy y su fiel escudera Santamaría, y los independentistas no querían ni oir hablar lo que se decía desde la Moncloa, que no, que eso es ilegal, que había que respetar las leyes. Ellos seguían burlándose del gobierno sin reparar que, de quien verdaderamente se estaban burlando era del Estado, de derecho o izquierdo, del Tribunal Constitucional, de los letrados del Parlament y de sí mismos que también son Estado. Por eso no nos podemos lamentar de que estén en la cárcel, ellos debían saber que estaban jugando con fuego, que estaban golpeando al Estado y si lo sabían, entonces es que son unos necios. Porque hacer algo ignorando sus consecuencias, es de ingenuos pero hacerlo sabiendo que se la juegan, no es de estúpidos es de mártires cristianos, pero también una necedad,  por tratar de tomarle el pelo a Leviatan.










jueves, 15 de marzo de 2018

Gabriel o el cuidado de los hijos

Lo del crimen de Las Hortichuelas, la pequeña localidad almeriense, ha dejado al país conmocionado, no sólo por el hecho del crimen a un niño de ocho años, sino por la perversidad y falta de humanidad, que han acompañado a la autora confesa del suceso. Que el niño comenzase la pelea con ella o no, es lo de menos. Lo de más, es haber confesado que asfixió al pequeño en un arrebato incontenible de furia. Tratar de esconder el cuerpo del chaval, entra en la lógica del criminal, sea astuto o necio, como es el caso. Lo más escalofriante para las mentes de la gente es conocer que la autora, una vez hecho lo anterior, volvió a su vida diaria, a su rutina y se unió al coro de lamentos que, empezando por los de los padres, unidos en la desgracia para esta ocasión ya que están separados, comenzaba a contagiar a los vecinos. Y los lamentos de Ana Julia, la autora, eran de los más sentidos aparentemente, teniendo además la entereza y sangre fría, de consolar al padre e irse por la noche (esto no lo he leido, pero es de suponer) a dormir con él según lo habitual. Como si nada. Eso puede estremecernos, por el contraste que ofrecen ambas actitudes en una misma persona. Pero el ser humano, no es unívoco ni rectilineo en su conducta, siempre sometida a vaivenes que, en ocasiones proceden de lo más profundo de la psique humana.

Y los padres de Gabriel, nadie ha hablado de ellos, bastante tienen con soportar el infinito dolor que han estado sintiendo durante la desaparición del niño. Unos padres, separados y con ese niño repartido entre ellos, tal como se hace ahora. El padre, viviendo con esa novia de la que debía desconocer hasta sus apellidos. Y ella, la muy afectada madre, acosada por un individuo de la zona,
que acaba siendo detenido por violar la orden de alejamiento que tenía...
Nada de esto, quizá,  aporte algo a la resolución del caso, pero indica un contexto nada envidiable para un niño que está haciéndose. Y, puesto que del contexto nada se habla, es por lo que hay que indagar en él, en el contexto, en el medio donde se movía la vida de estas personas, y así llegar al texto, es decir, al  hecho delictivo. Cual era el ambiente familiar de ese niño? :
- Unos padres separados, con una madre que estaba siendo acosada por un individuo denunciado por ella por lo que un juez le obligaba a llevar un detector de distancias, ya que tenía orden de alejamiento. El individuo había violado esa orden de alejamiento y, al principio de la desaparición del niño, figuraba entre los sospechosos.
- El padre de Gabriel unido sentimentalmente con Ana Julia, la asesina confesa, a la que no debía de conocer mínimamente.
- Una abuela octogenaria que, el día de la desaparición del pequeño, le dejó que fuese solo  a la casa de los familiares, sin apercibir la presencia de la Ana Julia.
- Ana Julia, la autora, que aparece de pronto y consigue que el niño la acompañe tras haberse separado de la abuela. 

Lo primero que uno se pregunta es, donde estaban ese día los padres? Era martes el dia del secuestro y muerte de Gabriel, día de colegio y de trabajo. El niño, por la calle, con la abuela hasta que ésta le pierde de vista camino de la otra casa a la que se dirigía. Entonces aparece ella, "la bruja" tal como la ha llamado la afligida madre, quien invita al niño a que le acompañe, desviándole de su primer destino. Y los padres, acaso estaban trabajando? Trabajaban ese día, alguno de ellos, los dos?  Nada se ha dicho sobre ello.
Desde el momento de la aparición de estos en escena, los llantos de dolor y la escenografía montada para encontrar al niño, con camisetas, carteles y fotografías, con dibujos del colegio, han sido constantes. Declaraciones a los medios, con atril y micrófono "ad hoc",  sus rostros crispados por el permanente llanto, disposición casi de protocolo, para recibir a ministro, presidenta de la Junta, mandos de la guardia civil, etc., momentos en los que esos rostros rotos por el dolor, se trocaban en sonrisa de oreja a oreja, histérica tal vez, ante las visitas de las personalidades. Algo inconcebible, me parece a mí, pasar en cuestión de segundos de una actitud a otra. Un papel el de los padres de auténticos irresponsables. Seguro que al final, la muerte del chaval servirá para la reconciliación de la pareja, al tiempo.

lunes, 12 de marzo de 2018

Gente mala

Cadena perpetua revisable, esa es la pretendida condena que se esgrime como novedosa. Dicen que está humanizada, porque intenta no ser revanchista, vengativa. Una ley humanizada para aquellos que carecen de humanidad, que no sienten nada por los seres humanos, menuda paradoja.
Dicen que la nueva ley,  con las revisiones futuras que se haga de las condenas, el condenado irá entrando poco a poco en razón, ese espacio donde la mayoria se instala, donde aunque no sea más que por el temor a las leyes, las personas se frenan, sientan o no empatía por el género humano. Y siempre se hará con vistas a  una posible rehabilitación del condenado para que se pueda proceder a su reinserción en la sociedad.
Los expertos, criminólogos, psicólogos, sociólogos, policías, carceleros y todos los que conocen el ámbito del delito, son escépticos a  la hora de apostar por la "cura" mental de los que han cometido crímenes horrendos, para cuya acción no sintieron el menos apego por sus víctimas. Cómo se puede lograr que gente que no respeta la vida de los demás, que tiene una visión distinta a la común, que antepone sus objetivos a la vida ajena, que banaliza la vida de la gente, que no siente nada por ella, cómo se pretende que cambie por el hecho de permanecer en prisión un cierto tiempo y que al cabo de él, con los efectos que hayan tenido sobre esa personalidad los tratamientos recibidos así como la meditación entre las paredes de la prisión, cómo se puede creer que se pueda producir algún cambio.....Hay que recordar la exigencia que se hace  a los asesinos de ETA, para que muestren su arrepentimiento y pidan perdón a sus víctimas, qué finalidad tiene eso? Acaso se pretende que la sociedad vea la contundencia del Estado con los asesinos, a los que trata como el cura católico a sus pecadores, "arrepiéntete, pecador y tuyo será el reino de Dios". Es todo demasiado naif, nadie se arrepiente de sus fechorías, unas veces por no dejar sus principios con el culo al aire y otras porque nadie se lo va a pedir, nadie pide a un/una psicópata que sea bueno a partir de un cierto momento para lograr su rehabilitación, libertad y, por tanto, su reinserción. Quien quiere que se reinserten asesinos como los últimamente conocidos? Quien los quiere volver a ver por la calle? Luego, para que sirve una condena que se puede revisar cada cierto tiempo para ver si en alguna ocasión se ven ya señales de cambio en la personalidad del condenado. Fijémonos en el caso de ese monstruo deleznable, al que llaman el "chicle", quien sin haber empezado todavía a cumplir su condena, ya está calculando, con la inestimable ayuda de su abogado, que en siete años, estará en la calle para lo cual sólo tiene que mostrar buena conducta ....mientras está en la cárcel.
Dicen que este tipo de condena a perpetuidad revisable, que está sometida en la actualidad a un cálido debate y que inevitable y forzosamente se tiene que ver condicionada por las últimas atrocidades que estamos viendo, es en el fondo una "cadena perpetua" pero que, el pudor y lo políticamente correcto, tratan de quitar hierro y la llaman de la otra manera, sólo para que el Estado pueda presumir que no tiene afán de revancha y que no se pone a la altura de los asesinos.
Otros dicen que seguirán cometiéndose el mismo tipo de crímenes, que el endurecimiento de las leyes no servirá nunca para disuadir de cometerlos. Pues claro que no, al Estado no le interesa que desaparezca el crimen, qué pasaría entonces disfrutando de una "paz perpetua" kantiana?  Y eso lo saben bien en USA, donde la pena de muerte no frena el crimen ni los asesinos se abstienen de serlo. Es por ello que creo que la sociedad no debe aspirar nunca con ingenuidad infantil, que leyes duras erradiquen el crimen. Por el contrario, su máxima a lograr ha de ser que el asesino desaparezca de la sociedad, que se quede en la prisión hasta su agotamiento, hasta que no pueda más. No merece volver al mundo  del que se apartó por odio, incluso es por su bien, que se le ha de apartar de esa sociedad a la que dañó y por la que no sintió una pizca de piedad, de humanidad. Nadie le va a querer nunca.