Algo tendrá cuando nadie osa poner nunca en entredicho, lo que diga ese cuerpo militar. Se trata de un instrumento del Estado válido para todo tiempo, da lo mismo que haya una guerra civil, que una dictadura sangrienta, que una democracia parlamentaria, ellos se acoplan como un guante a la mano que corresponda, poniéndose del lado del gobierno que toque. Por eso, son aceptados por todos, sin ninguna queja hacia ellos, gozan siempre de la confianza del pueblo, sí el "pueblo", ente abstracto como si fuera un todo indiferenciado, como un sujeto político único, como un destino en lo universal. Si el sistema político imperante en ese momento, decide laminar todo aquello que representa la pluralidad concreta, partidos, sindicatos, Parlamento, mm.cc, organizaciones sociales, es decir, todo lo que forma parte de ese pueblo, lo que hace una dictadura, allí están ellos, el "instituto armado", para colaborar en todo lo que se les pida. Ese es su secreto para sobrevivir, su fuerte capacidad de adaptación. Que lo siguiente es una democracia, pues a por ella también, nuevas adaptaciones, se le quita el aguilucho al escudo de la bandera y se le substituye por un escudo constitucional.
Si nos vamos a estos momentos, próximos a que salga la sentencia de los independentistas catalanes presos, ellos, la Guardia civil, con su carisma de influencias áulicas, manifiestan que no se fían de lo que puedan hacer los Mossos de Escuadra en el caso de que haya un rechazo del "pueblo" catalán a la sentencia, rechazo motivado como todos sabemos, porque va a ser dura. Lo han dicho ellos, cuya credibilidad nadie va a cuestionar. Ellos, lo deben saber mejor que nadie, ya digo, la influencia áulica.
Y qué decir de los actos celebrados estos días, en honor a la patrona del cuerpo, a los que ha asistido como invitado de honor, el fiscal Zaragoza que acusó de rebelión, los actos protagonizados por los independentistas. Tenían que invitar al señor fiscal, a ese acto, sobre todo por haber destacado durante el juicio, que aquellos actos del 2017, eran propios de un golpe de Estado, y claro, hasta ahí podíamos llegar, incluso más allá. La rebelión, hecho execrable y nauseabundo para un cuerpo militar intachable en su honor, como la Guardia Civil, tan respetuosa siempre con la legalidad constitucional de España, con alguna honrosa excepción, como su apoyo a la sublevación de los militares en el 36, apoyando el golpe, luego la guerra y durante la sangrienta Dictadura, persiguiendo rojos por los montes y pueblos de España y ya para dorar la píldora, la escaramuza "tejerina" años después de 1981.
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