Por qué prolifera tanto la corrupción en España?
Aparte de la tradición que existe en España en este terreno, hay
otros elementos que la hacen fácil de soportar por quienes la practican. No es
sólo esa falta de lo que los griegos llamaban aidós, respeto, sentido moral, vergüenza, tan importantes para la
convivencia cívica. También los corruptos utilizan otros mecanismos de
racionalización que hacen posible la
proliferación de la corrupción. Se trata
de la auto justificación que se desarrolla automáticamente en nuestro cerebro
para superar las incoherencias entre nuestros valores y nuestra conducta, lo
que en psicología se conoce como “disonancia cognitiva”.
Se pueden utilizar argumentos para justificar comportamientos
inmorales: “es legal”, “los otros también lo hacían”, “creí que era legal”, “me
lo merezco porque no me pagan lo suficiente”, son algunas de las ocurrencias
que utilizan los corruptos para justificar su conducta cuando les han pillado.
Y es esa necesidad que tenemos de coherencia, la que nos lleva a justificar
nuestras acciones ante los demás.
Estamos viendo como, desde
hace meses, surgen más y más casos de corrupción, unas veces individuales,
otras son auténticas redes sociales de la corrupción, en las que aparecen individuos ligados a la política
y al mundo de la empresa, mafias si se
quiere. Todo lo cual constituye un auténtico escándalo que seguro no estaba en
las intenciones de los mafiosos. Pero los escándalos, sirven para escandalizar,
algo que aquí lo resolvemos volviendo a votar a los autores de los escándalos,
y aportamos la justificación de que no todos en el partido son unos corruptos votando a nuestro partido de toda la vida, con lo que nuestra conciencia se tranquiliza y nuestra conducta también resulta coherente.
Volviendo de nuevo los ojos a Grecia, incluso a la Grecia arcaica,
existía allí una cultura de la ejemplaridad como complemento a la ciudadanía.
Hoy día, se podría ver la corrupción como la manifestación más vulgar del nuevo
rico pasada a la política, una especie de fatalidad zoológica que aprisiona al
ser humano en cuyo rescate ha de intervenir la educación como vía para ser
ciudadanos. Pero en la Grecia antigua, no llegaban a tanto, a los que por un
afán de provecho conculcaban las normas de mutuo respeto, el decoro, la
decencia, el sentido moral en definitiva, simplemente se les llamaba “perro” ya
que a este animal le caracterizaba la falta de aidós, respeto y vergüenza que, junto con el sentido moral eran muy
importantes para la convivencia. El hombre griego, al actuar sin vergüenza a la
manera bestial, justificaba así la equiparación con el perro, con su misma
desvergüenza e impudicia. De esa manera se señalaba así a los que no estaban
dotados para la convivencia. Y eligieron al perro porque, sin ser una fiera
salvaje, sino un compañero fiel del hombre, doméstico y domesticado, es muy
poco gregario e insolidario con los suyos y está dispuesto a traicionar a la
especie canina y pasarse del lado de los humanos si con ello sale ganando. Es
agresivo y fiero y fiel y cariñoso según sus relaciones. Vive junto a los
hombres pero mantiene sus hábitos naturales con total impudor. Comparte con el
esclavo el saber obedecer las órdenes de su amo, pero no mucho más. Es sufrido,
paciente, fiero con los extraños y se acostumbra a vivir con los humanos
aceptando lo que le echen para comer. No se oculta para hacer sus necesidades
ni para sus tratos sexuales, roba la comida que encuentra y se mea en las
estatuas de los dioses, sin miramientos. No pretende honores ni tiene
ambiciones. Sencilla vida es la del perro.
Los que empezaron a llamar a Diógenes de Sinope “el Perro”, (siglo
IV aC), tenían la intención de insultarle con ese epíteto tradicionalmente
despectivo, pero a él le parecía muy apropiado el calificativo y le
enorgullecía, pues había hecho de la desvergüenza uno de sus distintivos y el
emblema del perro debió de parecerle el más adecuado a su conducta. El ejemplo
que Diógenes intentaba inculcar en aquella población, era una llamada a sus
conciencia ante el desmoronamiento de los antiguos valores de las polis como consecuencia de las guerras
griegas, propugnando una ejemplaridad austera en las necesidades del hombre.
Los cínicos actuales, corruptos como los Rato, Blesa, tarjetas
black en Bankia, ERES en Andalucía, Gurtel,, Granados, Bárcenas, etc., podrían
ser calificados de “cínicos” según el modelo griego, es decir, de “perros”, por
su desvergüenza y falta de pudor? Se avergonzarían de ser calificados así o
como Diógenes el Perro, se sentirían orgullosos al ver como la población, en el
caso de los políticos, les sigue votando? La respuesta, en las
próximas elecciones.
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