"Dia 10 de junio de 2018, volví como todos los años a visitar la Feria. El Retiro parecía una selva o un bosque alemán, los árboles estaban frondosos y más verdes que nunca y parecía que hubieran hecho una repoblación forestal....Pero cuando llegué al estanque y busqué mi "sauce llorón" de mi adolescencia, éste había desaparecido.........."
Este fue el pequeño relato escrito por una amiga y dejado en una caseta encargada de recopilar todos los pequeños relatos en los que apareciesen motivos relacionados con un día en la Feria, libros y naturaleza, y participar así en un concurso. Ese paseo por el parque, da mucha alegría, invitando a hojear los libros que aparecen en las casetas y que, en la mayoría de los casos, son libros que nunca ves en las librerías, al menos así nos ocurre a nosotros. Cuando entras en una librería, lo primero que te encuentras es lo que se conoce por algunos como "el muro", un mostrador que casi te cierra el paso hacia el interior del local y en el que se encuentran los principales ladrillos más vendidos. Los "stephen kings", "revertes", "aramburus" y su "patria", etc, ah! y este año hay otro candidato a "best seller", el "ordesa" de un tal Manuel Vilas, que firmaba libros en una caseta con una cola kilométrica. Pudimos ver a Juanjo Millás, un gran escritor, excelente, que se enfrentaba a unos poquitos entusiastas y que, el mismo día que firmaba libros en el Retiro, había presentado un excelente artículo sobre el arte de escribir, en el Babelia del sábado.
Me gustaría proponer a las autoridades competentes de Madrid, que hubiese una Feria del libro permanente en Madrid, en ese mismo lugar, el Paseo de coches del Retiro, precioso marco, donde todo el mundo parece centrado solamente en visitar las casetas y hojear los libros. Qué placer el que se siente cundo se hojea y, de paso, también se ojea un libro de papel. Qué cosa puede sustituir al libro de papel, cómo se puede hablar de un cacharro digital, en el que caben, hasta cuatrocientos ejemplares, allí todos juntos, en una pequeña cajita con su pantalla, no tiene comparación ( algunos dicen "comparativa", tal vez les venga por influencia digital).
Inmenso placer es el de comprar libros en la Feria y, al término de la aventura, visitar Casa Martín, en el paseo Menéndez Pelayo, una tabernita encantadora, llevada por una familia de entusiastas madrileños, que hacen las delicias de los que la visitamos, con sus fritos recién hechos, a base de croquetas, hamburguesitas, empanadillitas, traído todo ello en unas bandejas metálicas, del obrador de cocina propia, y que se terminan en un abrir y cerrar de ojos.
La toma del autobús tras las croquetas, pone el punto final a lo que ha parecido un sueño de una maravillosa mañana en el Retiro. Hasta el año que viene.Feria del libro