Cada vez con más ahínco, uno siente el ardor pasional que provoca el ejemplar comportamiento de algunos individuos que nos llevan gobernando desde hace años. Uno de ellos es el actual presidente, Rajoy, nuestro ectoplasma nacional, que dice siempre no estar enterado de lo que ocurre, o de lo que no le gusta que ocurra. Su muestra de indiferencia es pasmosa, es la misma que mostraría una ameba, incluso un simio platirrino. Se queda petrificado, cuando le preguntan por el informe que acaba de comunicar el Consejo de Estado, sobre el caso del Yak 42 en el 2003 y la total responsabilidad del más grande de todos los cínicos actuales, el embajador en Londres, Federico Trillo, entonces ministro de defensa. Rajoy por su parte, dice del asunto que después de tantísimo tiempo, para qué mover el tema.
Pero al tal Trillo, igual que entonces, ahora también se la suda. Aquella manera que tuvo de burlarse de todos, familiares de los militares muertos y españoles todos, apareciendo en aquella foto, al pie de los restos del avión, en un terreno inclinado propio de una ladera de montaña, todo embarrado por la lluvia de la que Trillo, era protegido por un asistente paraguas en mano . Pero uno se inclina más a pensar que el bien jurídico al que había que proteger en aquella ocasión, era el traje de Trillo y la impoluta camisa blanca que, incluso a través del papel imprenta del periódico que la publicaba, debía de oler aun a plancha. Lo doloroso debió ser para aquel cínico, cómo osaron ponerle en aquel brete, a este caballero tan bien planchado, que situación tan comprometida, llevarle a visitar un lugar tan incómodo en plena montaña con lluvia y niebla, tan alejado de su confortable sillón de despacho de jurista de reconocido prestigio..... De seguro que el hombre tuvo que dejar abandonado por unas horas sus papeles, marchar a toda prisa al inhóspito lugar de la tragedia y regresar a toda prisa para, lo primero, cambiarse de camisa, pues es seguro que después de aquella foto, sus prendas de vestir quedarían sin duda algo magulladas. Y así no se puede recibir a la gente.
La verdad es que, uno no siente vergüenza por estas imágenes para algunos, tan deplorables. Son así, tienen al burro cogido por las gónadas y se lo pueden permitir todo.Esta es nuestra auténtica marca españa (me perdonarán si no utilizo mayúsculas), esta es una de esas hazañas por las que uno siente en sus venas el amor patrio que nos da el estar tan bien representados.