Existe la sospecha generalizada de que el actual presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, tiene la intención de presentarse como cabeza de lista de su partido, en las próximas elecciones autonómicas. De esa manera sería elegido democráticamente por ir el primero de la lista. Como sabemos, este señor fue elegido a dedo por la anterior presidenta. "Desde ahora, tu serás presidente", le dijo. Como al rey cuando Franco le dijo lo mismo. "Serás rey cuando yo falte". Y así fue.
Al señor González se le conoce sobre todo, por el ruido que hace desde que dirige el califato de la Puerta del Sol, por lo que suena y por la manera estruendosa de hacerlo. Hace ruido para acallar, sobre todo, su tema particular del apartamento en Marbella, adquirido por casi dos millones de euros y comprado desde un paraíso fiscal por personas interpuestas. Sublime actitud, pero turbia y moralmente deleznable en un alto cargo público.
Méritos para lograr su propósito de volver a ser presidente, esta vez de manera democrática, , no sé si le serán reconocidos por los suyos después de fracasos tan rotundos como el de las Vegas II en Alcorcón, el freno a la privatización de hospitales o la eliminación de Madrid como sede olímpica, yendo en este último caso de la mano de otra elegida por designación digital, la actual alcaldesa de Madrid Ana Botella. Al menos esta señora, pese a su permanente gesto adusto, resulta graciosa con sus cosas en "spanglish".. Pero el tal González, ni siquiera es gracioso, sólo va a lo suyo y por ello, se dedica a hacer declaraciones muy ruidosas, muy chillonas, como la última de proponer que los licenciados universitarios, en cualquier materia, se les otorgue la facultad de enseñar a niños de primaria en las escuelas, sin aptitudes pedagógicas previas imprescindibles para ese nivel educativo. Pero suena fuerte, revolucionario, controvertido, para dar que hablar, para que se note que está ahí, expectante, anhelante por sacar algo adelante y conseguir méritos suficientes aunque se trate de majaderías.
Lo decía Javier Marias días atrás, parafraseando al poeta Yeats, que los "peores" triunfan por su griterío y exageración y ponía ejemplos, mientras que los mejores, cuando carecen de convicción permanecen en silencio. Estos, los "mejores", se encontrarían en la oposición política al partido gobernante, siempre callada, expectante, dejando hacer al sátrapa de turno. Veremos como acaba esto.