Hace algún tiempo una vecina de la casa donde vivo en Madrid, mientras tomábamos un café, me confesó que era lesbiana, o quizás debería decir que me hizo esa declaración de principios, una especie de manifiesto para sentar unas bases de las que partir. Sorprendido por la noticia, le expresé lo banal de la misma pues creí que ello no serviría para cambiar nada de lo sabido sobre ella hasta ese momento. También le dije que, la gente que prefiere a personas del sexo contrario al suyo, no van por ahí contándoselo a todo el mundo, a lo que ella me argumentó que, de manera indirecta lo están haciendo siempre. Así, cuando un hombre se refiere a su novia, esposa e incluso, habla de sus hijos, de una manera implícita está declarando su orientación sexual y lo mismo sucedería en el caso de ser mujer la que habla de esas cosas. Y ahí fue donde mi estupor creció aun más al oir aquello de la "orientación sexual". No lo entendí y le pedí que me lo aclarase, qué era eso de la orientación sexual. Pues bien, ni más ni menos que una elección, hecha de manera voluntaria y sin ningún tipo de condicionantes, es decir, que la preferencia por uno u otro sexo es algo sobre lo que se reflexiona, se sopesa, incluso analizando los pros y los contras de tal elección y al final, cuando se está seguro de lo que se quiere, cuando ya está suficientemente informado y orientado, el homosexual o la lesbiana se decanta por aquella opción que le resulta más convincente, sin especificar de acuerdo a qué criterios, sin decir si la naturaleza de cada uno jugaba algún papel en ese asunto o quedaba marginada en un rincón. Simplemente, se elige y santas pascuas. Ella seguía manteniendo que la orientación era el eje sobre el que pivotaba el asunto.
A ello le dije que existe algo natural e instintivo que, desde la más tierna infancia te inclina por uno u otro lado, sin esperar a llegar a la edad de la razón en la cual ya se pueden tomar decisiones. Le expliqué que ese era mi caso, que yo quizás en un acceso de impulso temerario o de mala formación familiar y escolar, me había decantado desde muy pequeño por las chicas, movido tal vez por un acto irreflexivo e irresponsable al que le faltaba la necesaria orientación, no sé, tal vez de educadores, curas o familia, no sé, el caso es que me sentí un imprudente e irresponable. Lo cierto es que ellos, lesbianas y homosexuales, según lo que yo deduje de tal afirmación, ellos esperan a tener una formación suficiente hasta que se encuentran con la capacidad de poder elegir.
Es cierto que en los planes de educación se habla de formar a los alumnos de manera tal que se desarrollen en ellos las capacidades suficientes que les permitan adquirir los conocimientos necesarios para desenvolverse en la vida, para acceder a estudios superiores y, en definitiva, adquirir una formación necesaria. Y como resulta que, en la educación escolar en España, la enseñanza sobre el comportamiento sexual entre los humanos, brilla por su ausencia queda pues que, se produce un vacío en la formación que conlleva a posibles errores futuros, a confusiones innecesarias y que pueden ser perjudiciales. Según el planteamiento que hacen homosexuales y lesbianas, los adolescentes llegarían a la edad de la razón sin la necesaria orientación sobre el tipo de sexualidad que les conviene, mientras que ellos, de seguro que con las mismas deficiencias educativas ya citadas, llegado ese momento, eligen libremente, en un acto de voluntad consciente y determinante, cual es su elección, su orientación. Para nada cuenta, parece ser, la tendencia natural de cada cual, sin necesidad de orientaciones ni mucho menos de orientadores, a inclinarse por aquello que le pide el cuerpo, por aquello que más le gusta.
En fin, que como fundamento, el de homosexuales y lesbianas podría prescindir de esa necesaria "orientación" de la que hablan y simplemente, vivir la vida como les plazca, como todo el mundo y sin necesidad de dar explicaciones a nadie.