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miércoles, 23 de febrero de 2011

Papel del ejército y el 23 F

Aquí estamos celebrando el 23 F, no por lo que tenga de gesta memorable sino porque es bueno para mantener viva la memoria. El espanto tragicómico causado por aquellos fantoches absolutamente descontextualizados y un absurdo Tejero rememorando a Pavía sirvió para de nuevo, transportarnos al siglo XIX con sus pronunciamientos. Todo lo que se diga de aquello ya se ha dicho y si no, se inventa como suele hacerse en España. Pero puede que no, que no se haya dicho todo o al menos, a mí no me consta. Y esto se refiere a lo de cual debía ser entonces lo que pensaba gran parte de los mandos militares de la época, de cual había de ser su papel en una democracia, para que estaban ellos ahí. Son cosas que nadie les había aclarado todavía, nadie había osado tocar ese punto para evitar equívocos a los militares. Había miedo y mucho. Aquellos truhanes, Tejero, Milans, Inestrillas, etc. conservaban intacto en el 79 y 81, su andamiaje ideológico, el mismo que habían tenido en la Dictadura y heredado de quienes hicieron y ganaron la guerra en España. Ganada contra quien, contra nosotros mismos, contra los españoles, a los que habían jurado defender. De quien? De los mismo españoles, el absurdo a lo Ionesco, un dislate.
Lo de Libia, donde el Gadafi ha contratado mercenarios para que su ejército no tenga que vomitar al tener que matar a los suyos, sirve para recordar que Franco y su camarilla de traidores hizo lo mismo aquí, trayendo mercenarios marroquies del ejército de Africa, siendo apoyado además por más mercenarios alemanes e italianos. Todos ellos a sueldo y unidos a un ejército traidor, el español quien violando la Constitución republicana no tuvo empacho en masacrar a su pueblo al que tenía que defender, empezando en primer lugar por los mandos militares leales a la República a los que Franco mandó fusilar para ir abriendo boca. luego, tras la victoria se represalió y sometió a un pueblo a un proceso de lobotomización general, para impedirle futuros brotes de violencia y así cuarenta años. Un precio muy caro para este pueblo siempre maltratado por sus gobernantes, ignorado la mayor parte de las veces y que tras aquella tragedia de la guerra, no dudó en claudicar y esperar con calma a que el cadáver de su enemigo pasase frente a su puerta. Después, una democracia implantada sobre un pueblo dócil y carente de ansias vengadoras, un pueblo que no pide cuentas de nada a nadie ni a los criminales de entonces, de la guerra y la Dictadura, un pueblo  facil de llevar, son todos ellos ingredientes propicios para hacer pensar que de nuevo se podía intentar el golpe y ganarlo esta vez, no como en el 36, cuando el pueblo dijo no a los mercenarios. Y todavía, cuando algunos están buscando los cadáveres de sus familiares entre las cunetas, se oyen voces escandalizadas por ese deseo de remover heridas. Para estos, lo mejor es olvidarlo todo, guardar la basura bajo la alfombra y, a lo sumo, están dispuestos a aceptar que se retiren las estatuas ecuestres del Caudillo de calles y plazas, nada más, así, dentro de poco nadie sabrá que el tipejo del caballo fue un criminal amparado por la Iglesia y la oligarquía. Por eso no soy partidario de esa retirada de estatuas, ni que se derribe el horrible adefesio del Valle de los Caídos, porque esa es nuestra historia, una permanente "performance" macabra que debe conservarse en la memoria. Por todo ello creo  que lo mejor en estos tiempos, donde los ejércitos siguen siendo protagonistas, el mejor destino para el nuestro ha sido el que tiene ahora, fuera de las fronteras, haciendo guerritas por otras partes y si esa es una nueva manera de defender a España, pues bienvenida sea la novedad, la prefiero a la tradicional. Maquiavelo  decía que mientras Italia no tuviera un ejército propio y pudiera desprenderse de los ejércitos mercenarios, no sería libre ni estaría unida. No pensaba él en cómo evolucionaría la visión del tema.

domingo, 13 de febrero de 2011

Quien soy yo?

Cualquiera que siga la actualidad nacional aunque sólo sea por encima, incluso en la prensa gratuita, verá que muchos no quieren ser como son, o como parece que son. Me explicaré. La derecha política se desgañita desde hace mucho tiempo en tratar de convencer a los españoles que ellos son de centro, como si lo de ser de derechas fuese corrosivo como el ácido. Miren a señor Rajoy,cada lunes y cada martes nos ofrecen de él una imagen de persona llena de bondad, moderada aunque no resolutiva (qué diantre querrá decir esto, será un eufemismo?). Recuérdese que los moderados en el siglo XIX español, eran una escisión de los liberales frente a la otra parte de estos, los progresistas. Al final, fueron los moderados los que trazaron el perfil político de España y del que seguimos viviendo. 
Por contra, la derecha mediática presume de ser de derechas. Lo dicen desde sus púlpitos: "Estamos orgullosos de ser de derechas" y hacen bien, aunque sobran las palabras:"Por sus acciones los conocereis" decía alguien que no recuerdo. Por tanto, es malo o bueno ser de derechas? Dependerá de algo, como casi todo.
Por su parte, la izquierda abertzale a toda prisa quiere desvincularse de su pasado pro etarra, aunque no acabe rematando del todo, esto es, incluyendo la condena de los delitos cometidos por la banda. Así, ahora de pronto acaban de ver la luz de la verdad! Loado sean sus santos que les han iluminado aunque nadie les crea, como tampoco a la derecha. Esto puede conducir a una esquizofrenia y, como se ve por el panorama, no estamos sobrados de buenos políticos.
Permitanme una sobredosis de escepticismo que voy a ingerir, pero me huele a falsa conversión, ya saben, es algo tradicional en España no tragar con los conversos, se les hace pasar por el aro para luego no creer en ellos. Nos cuenta José Jimenez Lozano que los judios conversos para contentar a la Inquisición y mostrar su conversión al cristianismo, añadían el chorizo y la morcilla a sus cocidos como una afirmación de catolicismo, una especie de prueba del algodón que no convencía a nadie y menos aun a los cristianos viejos resabiados ellos. En fin, seguiremos la película.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Váyase, señor Mubarak

Váyase, señor Mubarak

Resulta ahora, que además de los gobiernos occidentales había otra gente que desde hace años se preguntaba cómo era posible que siguieran manteniéndose en el poder regímenes corruptos en Túnez o en Egipto. Ellos lo sabían pero yo nunca les había oído manifestarse al respecto, hasta ahora. Qué gracia! Incluso hay quien encuentra la respuesta en Manuel Azaña, último Presidente de la II república española y apartado de la vida política y de la otra por la rebelión del ejército de España en apoyo de una causa reaccionaria. Y la respuesta que daba Azaña era la utilización de las armas del autoritarismo y la corrupción para la pervivencia de tiranías. A mi entender, se olvidaba de otra muy importante, esto es, el consentimiento del pueblo. Es el pueblo el que mantiene en el poder a los tiranos, y sin su apoyo los tiranos no son nadie, cómo se ha visto en Túnez y, ojalá se vea pronto en Egipto y otros más cercanos a nosotros.
Y es que, los pueblos han dicho basta ya, y lo han hecho porque han querido, porque han dado muestras de libertad habiendo estado tanto tiempo sin conocerla. Será esto porque el deseo de libertad, es una elección?
Elegimos ser libres de la misma manera que elegimos no serlo. La libertad, cierto es, se toma, no hay que esperar a que te la den. Aquí, siempre la excepción hispana, estuvimos esperando a que nos la diesen, lo que sería muestra de la "bonheur" que se disfrutaba en España aún sin libertad. Así pues, de la misma manera que existe el deseo de libertad existe también el deseo de servidumbre, de sometimiento al tirano. Lo decía La Boétie, el amigo de Montaigne: "Lo único que los hombres no desean, es la libertad, porque si la deseasen la obtendrían"
Según La Boétie, no hacía falta combatir al tirano, bastaba con plantarse, como lo está haciendo el pueblo en las plazas de El Cairo,  con no darle nada al tirano para deshacerse de él. Los pueblos que se rebelan ante la tiranía, dejan  de darle a ésta lo más preciado para que se sostenga, el pienso que necesita para alimentarse, esto es, su servidumbre. En términos de La Boétie, cuando es el pueblos quien elige lo que desea, está utilizando su libertad, que la tiene casi naturalmente, lo que daría pie a encontrarse de repente con un parentesco inesperado entre deseo de libertad y deseo de servidumbre, para decidir ser libre o servil. En esta ocasión, el pueblo le dice al tirano, "váyase, señor Mubarak", fórmula ésta bien conocida aquí cuando la utilizaba el gran "FAES, Adventurer" y con resultados satisfactorios.
Y yo digo, váyanse los tiranos y que hablen los pueblos.